El temprano éxito del libro facilitó que ya desde 1917 Juan Ramón Jiménez comenzara a recibir solicitudes editoriales para su traducción a otras lenguas. John Garrett Underhill fue el primero en intentar una versión inglesa que resultó tan poco afortunada que nunca llegó a imprimirse. En sus archivos de Madrid y Puerto Rico se conservan otras propuestas cuya publicación no autorizó, como las de Yvonne Hauterre, Tolte Rach y Paul Despilho al francés.
Contrariamente a lo que podría pensarse, no favoreció el poeta la difusión de Platero en otros idiomas. A principios de los años 30 llegó incluso a negarse a ello tajantemente, y se lamentaba asimismo que algunos de sus capítulos se hubieran versionado sin su consentimiento. Esto explica que las traducciones anteriores a la concesión del Premio Nobel en 1956 fueran escasas y tardías.
La primera versión que autorizó JRJ fue la de Cario Bo al italiano en 1943 e inmediatamente permite dos traducciones más a la misma lengua, la de G. M. Bertini en 1944 y la de Silvia Pellegrini en 1949. La traducción al holandés en 1951 le sigue en el tiempo. Habrá que esperar hasta 1953 para que autorice traducciones al alemán, al portugués y al vascuence.
Tras el Premio Nobel, la curiosidad por conocer su obra propició que aparecieran inmediatamente las primeras traducciones al inglés, al francés, al griego, al finlandés, al hebreo, al noruego, al oriya, al polaco, al sueco y al yugoslavo. Desde entonces y tras la muerte del poeta, Platero ha sido traducido a casi una cincuentena de lenguas distintas, teniendo en cuenta, además, que en algunas de ellas, como el inglés, el francés, el italiano o el alemán existen varias versiones del texto.